Autorrealizarse y atreverse a saber es nuestro desafío y única posibilidad de participar activamente en la evolución.
La experiencia espiritual es el acceso a instancias superiores que distintas doctrinas llaman iluminación, un estado que debería disminuir el ego humano para lograr una transparencia dónde se comprenda el real significado de la existencia. Con frecuencia se cae en una especie de omnipotencia de los que nacen nuevos pantanos. Se habla entonces de desarrollar la propia naturaleza divina, la beatitud, la no-mente, trascender hacia lo ilimitado y mucho más.
Algunos pensadores consideran que en vez de iluminación, seria más ajustado decir esclarecimiento.
Hay algo claro: la evolución ha sido siempre un concepto espiritual. Friedrich Schelling señaló en 1779 "La historia como un todo, es un progresivo y gradual auto-despliegue de la revelación de lo absoluto". Los grandes intuitivos han percibieron la realidad como un todo que se expande hacia alguna parte. La naturaleza tiene un propósito, una dirección, que consiste en expresar cada vez con mayor nitidez un espiritu universal en el marco tiempo-espacio.
Una de las grandiosas funciones de la meditación es que nos ofrece un portal hacia dimensiones diferentes, un medio que lleva a la semilla humana a florecer y fructificar. Despegados del tiempo-espacio.
Osho nos dice: "Millones de personas prefieren no crecer. Permanecen como semillas, se quedan en potencialidades, nunca llegan a realizarse. No saben qué es la autorrealización, no saben nada acerca de la existencia. Viven totalmente vacías y mueren totalmente vacías". El esclarecimiento, como brote audaz de la conciencia humana, es el arte de abrazar apasionadamente el dinamismo evolutivo.
M. G.