agosto 07, 2008

NUEVO LIBRO DE MIGUEL GRINBERG

(en todas las buenas librerías)


A partir de la certidumbre de que todo lo que existe está en vías de transformación, esta obra explora nuestro potencial espiritual, psíquico, erótico y evolutivo con énfasis en la necesidad de reinventar el amor. Nos comunica vivencias para existir sin lastres, indagar la consciencia profética, explorar los recursos del Tantra y entregarse a todo lo que hay de sagrado en la existencia personal y universal. Manifiesta que "el amor se amasa como el pan, es una amalgama cuyo resultado final resulta imprevisible. Transforma a quienes aman y transforma también a quienes son testigos de tal cúspide artesanal. Amar y ser amados, esa es nuestra misión en la Tierra. No nacimos para sojuzgar pueblos, ni para acopiar fortunas. Llegamos desnudos y partimos desnudos. La eternidad es un congreso de amantes empedernidos." Este libro es para todos los que anhelan convertir su vida –progresivamente– en una celebración colmada de significado y de gozo infinito.

Acerca del autor: Miguel Grinberg, uno de los más lúcidos y comprometidos exploradores del impulso evolutivo de la especie humana durante el siglo XX, publicó revistas legendarias (como Mutantia), fundó redes ecológicas locales e internacionales, desarrolló el concepto de Multiversidad, creó una dinámica meditativa llamada Holodinamia, y mediante traducciones, ediciones y obra personal concretó alrededor de cuarenta libros donde ha desplegado su sensibilidad poética, visionaria y espiritual. En la actualidad dirige la Colección Biogramas de la editorial Capital Intelectual y realiza programas de rock por Radio Nacional de Buenos Aires.

mayo 06, 2008

La plenitud y el miedo a vivir


Por Miguel Grinberg

Una inquietud creciente se anida en muchos hombres y mujeres que día a día se esmeran en trabajar, estudiar, criar a sus hijos y esquivar múltiples escollos que se les presentan paso a paso en sociedades trastornadas por convulsiones estructurales de primera magnitud. Tratan de no caer en el desánimo, pero sin cesar advierten que la realidad cotidiana parece ser una caravana de descomposición y conflicto. Las páginas de los diarios y los titulares de los noticieros de televisión los bombardean sin cesar con datos patéticos referidos a la condición inhumana de esta época donde la situación predominante es un festival permanente de violencia y vulgaridad. No hace falta demasiada imaginación para rotular lo circundante, y el término más ajustado que aparece es: decadencia.

Decaen las ciudades, los transportes públicos, el lenguaje general, la enseñanza, el discurso político, el aire que se respira, la conducta callejera, la publicidad, el clima hogareño, el comportamiento de los jóvenes, los espectáculos deportivos, el sabor de los alimentos, la racionalidad en las rutas, el entorno natural, y mucho más. El cretinismo rampante de los Simpsons ha pasado a convertirse en una constante general de la TV para la cual casi todo consiste en resaltar lo más mediocre, procaz y estéril de un tiempo donde parece no haber límites para la infelicidad colectiva disfrazada de carcajada histérica.

¿Es acaso lo único que sucede? De ninguna manera. Imperceptiblemente, en otra latitud de la maratón diaria, hay otras personas abocadas a no desanimarse y a mantener encendida la llama del anhelo superador, trascendente. Saben que una enorme porción de lo que los circunda está condenado a la extinción y que vivimos tiempos de agonía y resurrección simultáneas. El interrogante de fondo, como sostuvo Brian Swimme en su libro El corazón secreto del cosmos, es concreto e inequívoco: ¿Qué significa ser humanos en el planeta Tierra?

Significa ser partícipes de un proceso evolutivo que está por encima de las diferencias raciales, económicas e ideológicas, y que se nutre de matices espirituales y metafísicos que no son patrimonio de un grupo sino una dádiva del universo. El drama de estos tiempos es que para poder soportar andanadas de agresión e infamia, mucha gente se reviste de un blindaje que por un lado los protege pero que por otro condiciona su capacidad de expresión y de recepción de estímulos externos.

Así, un creciente autismo se apodera de esas almas y las confina en latitudes abstractas del ser y el estar, distorsionando los impulsos del sentir, el conocer y el descubrir. Las necesidades reales (entre ellas, autoestima, amor familiar, identidad con el entorno, intensidad vital, apego y altruísmo, amistad, identidad planetaria, pertenencia, introspección, socialización, educación, observación, entendimiento, auto-conocimiento, capacitación, información , convivencia, saber, asombro, flexibilidad, libertad, autonomía laboral, participación en las decisiones del hábitat, desarrollo solidario, realización vocacional, recreación, contemplación, meditación, etc.) se desencuentran con sus satisfactores respectivos. El “miedo a vivir” (que se ha vuelto sinónimo del miedo a “sufrir”) induce todo tipo de rituales distorsivos y finalmente absurdos. A menudo, trágicos.

¿Qué significa ser humanos en el planeta Tierra? Pues explorar la infinita sabiduría que impregna el universo, fuera de la patética fiebre mecanicista que viene convirtiéndose en un cáncer de la sensibilidad y el don de celebración. En el descubrimiento de potenciales de vida todavía no explorados reside el sendero de liberación que tanto anhelan muchos individuos en esta época traumática. Es posible profundizar la comprensión del hecho de estar vivos y de trascender el ritual de las corazas aislantes. No estamos condenados al colapso. Cada tanto, de las grietas del asfalto urbano, surge una hoja de hierba que recrea el latido cósmico. Allí está la clave del secreto que rige la vida irrefrenable.





abril 21, 2008

4a. EDICION DE "COMO VINO LA MANO"

Cómo vino la mano
Orígenes del rock argentino
Miguel Grinberg
Páginas: 296
ISBN: 978-987-22664-3-1

Cómo vino la mano es un clásico en la bibliografía sobre la historia del rock en la Argentina, y la base de la mayor parte de las investigaciones posteriores. Escrito por un destacado participante y testigo de los comienzos del movimiento desde mediados de la década del '60, fue publicado originalmente en 1977 e incluye conversaciones con algunos de los que fueron los principales protagonistas de esta historia hasta entonces: los músicos Moris, Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta, Claudio Gabis, Gustavo Santaolalla, León Gieco y Charly García; el poeta y periodista Pipo Lernoud y el productor y editor Jorge Álvarez.
En esta edición –además de un nuevo prólogo y numerosas notas aclaratorias– se agregan entrevistas con Miguel Cantilo y Rodolfo García; una renovada selección de fotografías inéditas; dos manifiestos –de Claudio Gabis y Pablo Dacal– y un extenso apéndice con la transcripción de otros artículos sobre el rock, su cultura y su industria publicados por el autor en las revistas La bella gente y Prensario de los espectáculos entre 1971 y 1977.


febrero 26, 2008


ECOLOGIA SUPREMA
Por Miguel Grinberg


Nacemos colmados de semillas del Edén. Cada niño que “viene al mundo” es portador de una chispa divina que, convenientemente estimulada, puede convertirse en un recurso supremo. No para someter el orden de los elementos sino para intensificar y fructificar la misión evolutiva de la especie humana en el planeta Tierra. Donde durante siglos de configuración materialista (inevitable como marco de referencia durante un extenso período histórico) se priorizaron las luchas por el poder (guerras) y la conquista mercantil (imperialismos varios) a expensas de los pueblos y la Naturaleza. Ahora, en un nuevo siglo, lo antaño desdeñado (la emoción y la espiritualidad) en aras de la abstracción mecanicista, se vuelve prioritario para el próximo capitulo de nuestra presencia en este lugar del cosmos infinito. A los partidarios de la lectura ideológica o bursátil de la realidad, todo esto les podrá parecer una frivolidad burguesa. Pero para una cantidad creciente de individuos, esta percepción bulle en sus almas y modula mensajes de celebración plena, prioritaria.

Hay muchas maneras de concebir la Ecología, que es la rama de la biología que estudia los nexos de los seres vivos con su entorno y sobre ello abundan los abordajes temáticos en el mundo científico. Durante el siglo XX aparecieron otras eco-dinámicas, entre otras: el ambientalismo (como denuncia de aberraciones y depredaciones varias), la ecología social (como diseño de alternativas “verdes” y la ecología política (orientada a la creación de Partidos Verdes).

El poeta Fernando Pessoa sostenía que en cada uno de nosotros hay dos seres; el primordial, el verdadero, es el de sus ilusiones, de sus sueños, que nace en la infancia y prosigue toda la vida; el secundario, el falso, es el de sus apariencias, sus discursos y sus actos. La ecología suprema se aboca a tratar de desentrañar qué significa existir como una criatura humana en este vasto universo en desarrollo, donde bulle una profunda sabiduría. No debemos dejarnos aprisionar por los falsos oropeles del mecanicismo consumista y tenemos que estimularnos mutuamente, convivencialmente, para descubrir la belleza y la solidaridad de un todo interdependiente, entrelazado profundamente. Lo cual reclama una educación integral que hoy va ganando espacios en muchos lugares, sin buscar notoriedad en una sociedad agónica. Es preciso que aprendamos a conectarnos de nuevo de modo tripartito: con lo más profundo de nosotros mismos, con todo lo viviente y con el universo. Esa será la epopeya profunda de las generaciones venideras y nos toca abonar el terreno para su intensificación.

Varios historiadores holísticos (integrales) afirman que esta epopeya ecológica se despliega en cuatro planos: 1) una necesaria descentralización de las grandes ciudades (enfocada en la autonomía energética y la autosuficiencia alimentaría); 2) la miniaturización de la tecnología (para hacer más con menos); 3) la interiorización de la consciencia (para el desarrollo intenso de nuestros dones latentes); y la planetización de la humanidad (como construcción de una fraternidad supranacional ajena a la locura totalista de la “globalización” neo-imperial).

El llamado progreso, depredador de la Naturaleza, nos aisló de las intuiciones y las tradiciones profundas. Perdimos la visión de nuestro ser como parte viva y fundamental de una comunidad y del cosmos. Nos convertimos entonces en “extranjeros” en nuestro propio hábitat. Pero ahora, el convite del Infinito es: volar en la luz y saborear el néctar.